viernes, 17 de mayo de 2013

¡CARIÑO, ME VOY UN AÑO A LOS USA!



Ya que he recibido algunas peticiones para hacer una entrada sobre como hacer que una relación sentimental sobreviva a un año auperiano, pues aquí está la susodicha…

Aunque, la verdad, no puedo decir una fórmula mágica para que todo salga bien y la cosa funcione. Cada relación es un mundo, la cosa depende de dos personas y no solo de una y además también son muy importantes las circustancias y lo que va sucediendo en la vida de ambas personas durante ese año. Lo único que me atrevo a deciros son las tres cosas que creo que fueron importantes en mi situación concreta y porque la cosa funcionó:

1.       La bendita paciencia de mi chico. Esto es primordial, que la otra persona esté dispuesta a apoyaros en esta decisión y este apoyo no sea solo de boquilla, sino  un apoyo real, que sepa que va a ser una temporada dura y esté dispuesto a aguantarla. En mi caso, el pobre, además fue mi paño de lágrimas.

2.       La madurez de la relación. Nosotros llevábamos casi siete años juntos, habíamos pasado ya por muchas cosas buenas y malas (entre ellas una fuerte crisis que casi acaba con la relación cuando llevábamos dos años), teníamos muy claro que la otra persona era con quien queríamos estar y estábamos muy hechos el uno al otro.  Incluso habíamos convivido durante un año antes de que yo me fuera y nunca tuvimos grandes problemas de convivencia.

3.       Comunicación.  Siempre hemos hablado mucho las cosas como pareja, lo que nos parecía bien y mal del otro y de las cosas que nos iban pasando. Pero durante este año esa comunicación fue muchísimo mayor, hablamos de cada momento de nuestra relación, del pasado, del presente y de como queríamos que fuese el
futuro. Entre otras cosas os diré que los dos coincidimos en que si yo me hubiese ido como au pair al principio de nuestra relación, la cosa no hubiera funcionado. Por supuesto es mi caso concreto, porque nuestra relación al principio era mucho más frágil de lo que es  ahora.

Y bueno, ya sabeis, lo mío tuvo un final feliz, ahora estamos genial, como si no hubiéramos pasado un año separados, pero fue muy duro, sobre todo los primeros meses había noches que me acostaba llorando y pensando que lo único que quería era estar con el y aunque hablábamos prácticamente todos los días por Skype, eso no era suficiente. Cuando fue a verme no podía evitar tener todo el tiempo presente que solo serían unos días y me costó mucho sacar fuerzas para la despedida. A veces  soñaba que estaba otra vez en España, en nuestra casa, haciendo las cosas que solíamos hacer, las cosas mas tontas: sacar a las perras, ir a la compra, una pelea de cosquillas… y cuando me despertaba y me daba cuenta de que solo había sido un sueño se me quedaba una tristeza que me duraba casi todo el dia. Afortunadamente con el tiempo lo vas llevando algo mejor y aunque lo que mas quieres en el mundo es volver a ver su cara fuera de la pantalla del portátil, aprendes a sobrellevarlo y a disfrutar los meses que te quedan allí, porque al fin y al cabo es una experiencia única que solo vas a vivir una vez en la vida, una gran oportunidad que tiene momentos increíbles y lo más importante: es solo un año.

martes, 7 de mayo de 2013

UN NUEVO PRINCIPIO


… Y el miércoles 17 de abril llegué a mi Madrid, a mi España querida.

 El vuelo fue bien, llegué antes de lo previsto (a las 6.00 AM) recorrí los interminables pasillos de la Terminal 4 de Barajas, cogí el tren que te lleva a la zona de equipajes, enseñé mi pasaporte a la policía Nacional, cogí un carro, esperé por mis dos grandes maletas, las metí en el carro y salí a abrazar a mi familia y a mi chico. Después vino una amiga que vive cerca del aeropuerto y se pegó el madrugón para verme solo 5 minutos. ¡Cómo te quiero Yoli! J

Definitivamente se terminaba mi año de Au Pair y empezaba  mi vida en España de nuevo.

Lo primero que hicimos mi chico y yo fue subir a dejar las maletas a casa y a ver a mis perritas. El reencuentro fue en el parque y las dos me reconocieron  en  cuanto me vieron J aunque la verdad es que no daba abasto para achucharlas a las dos a la vez, a pesar que me parecieron super pequeñas en comparación con el enorme Golden Retriever que tenía en Nueva York.

Los tres o cuatro primeros días fueron algo así como montar en el coche, ver gente, comer comida de verdad,  volver a casa y dormir, montar en el coche, ver más gente, comer más comida de verdad, volver a casa y dormir… no necesariamente en ese orden porque yo me caía de sueño constantemente. ¡Pero fue genial volver a verlos! Aunque no me dio tiempo a ver a todo el mundo.

El lunes mi chico y yo cogimos a las perras y nos fuimos de viaje al norte. Alquilamos una casa rural en San Vicente de la Barquera y nos pasamos unos días recorriendo playas, lagos, parques naturales, acantilados… con un sol inusual para el lugar y las fechas, que nos acompañó casi todo el viaje… incluso nos bañamos en una de las playas! ¡Os podeis imaginar como fueron esos días! Era una extraña sensación entre “hubo unos días en los que creí que esto no iba a suceder nunca” y “¿en serio estuve un año fuera?” No sé si lo explico bien.

Para muchas Au Pairs una de las ventajas de irse una temporada es que tienen una vida mas independiente y mas libre, porque aun viven en casa de sus padres y salir de allí es como un paso adelante en muchos aspectos de su vida. Para mi fue un paso adelante en algunas cosas, es cierto (estar en situaciones que ponen a prueba tus limites casi constantemente hace crecer como persona a todo el mundo), pero también fue un paso atrás que me costó mucho asumir en un principio: en España ya vivía con mi chico, no tenía que dar explicaciones de nada, tenía coche a mi disposición sin tener que explicar si lo he rallado o lo he dejado de rallar mientras aparcaba  o si me han puesto una multa(que en Nueva York nunca me pasó ninguna de las dos cosas, pero siempre viví con el terror de que en algún momento sucediera, sobre todo por todo el rollo que hubo con el coche al principio)...
Así que no tengo palabras para explicar lo que ha sido para mí volver de nuevo a mi independencia, a mi vida con 100% de intimidad en casa, a despertarme en el más absoluto de los silencios y la más absoluta de las oscuridades, a darme una ducha sin tener que transportar todos mis enseres para ducha y salir de ella apoyando los pies en una alfombrilla (de la que nunca pude disfrutar en Nueva York), comer a las horas que mi cuerpo le parecen normales y sobre todo… ver a mi chico cada día…

Por supuesto también echo cosas de menos de allí: NO A LA SEÑORA por supuesto, pero si a las niñas, al perro, Nueva York, los coches automáticos (volver a comprender que aquí los coches tienen tres pedales y tienes que usar los dos pies para conducir no ha sido del todo fácil xD)  y por supuesto mis fines de semana y mi casi hermana Mari J He estado todos estos días desconectada del mundo virtual excepto para hablar con ella por Skype…. MARYYY I MISS YOUUUUUU!!!!

Escribí un email a mi HM nada más llegar diciéndola que había llegado bien y ya no volví a mirar mi correo hasta este fin de semana, porque es ahora cuando empiezo la vida de verdad: la de encontrar trabajo y para eso necesito estar conectada. Tenía tres emails de ella:

Uno el 20 de abril diciéndome que  si podíamos hacer Skype y que las niñas me echaban muchísimo de menos, que  mi niña de 9 años había estado llorando los últimos dos días L

Otro el 21 de abril diciéndome que las niñas habían intentado llamarme por Skype y no están seguros de tener bien mi nombre de usuario.

Otro el 4 de mayo escrito por mi niña de 9 años, empezando con un “hola ¿cómo estas?” español diciéndome que están muy tristes, que Avery (la niña de los vecinos a la que cuidé) está también triste y que ella había estado llorando esa mañana mirando mi habitación L

Me sentí muy mal al leer los emails. La verdad es que estos primeros días no quería saber nada de mi vida de allí, mi HM no me trató bien, aunque probablemente ella ni si quiera tenga esa sensación y no tengo absolutamente ningunas ganas de verla la cara en pantalla, pero a mis niñas si las echo de menos, si me da penilla imaginarlas esperando encontrarme conectada en skype y que eso no suceda nunca... así que finalmente les escribí un email explicándoles que había estado fuera sin internet las ultimas dos semanas y que podíamos hablar el fin de semana que viene por Skype…

¿Será posible?... al final resulta que las quiero.